
Me llevaste sin preguntarme ni mi nombre,
con tu brazo encadenado en mi cintura,
asaltaste mi intimidad y mi ternura
para amar sin más razones
que el amor. Nos besamos sin decir una palabra, fuimos cómplices callados
del verano y tus manos temblorosas se quemaron seducidas por el fuego de mi piel.







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